Quienes somos
MISIONERAS FRANCISCANAS
DE NUESTRA SEÑORA DE LA PAZ, AR
Somos el primer Instituto Religioso Femenino Franciscano, fundado en tierras Bajacalifornianas, en la ciudad de Ensenada el 20 de junio de 1941.
La fundadora y primera religiosa de nuestra Congregación, fue la Srita. Catarina de Jesús Rodríguez Luján, al ser invitada por Mons. Felipe Torres Hurtado, M.Sp.S., Vicario Apostólico de la Baja California; para vivir el don fundacional de una familia religiosa, debido a la escasez de sacerdotes y misioneros y ante la gran necesidad de evangelización en estas tierras.
Como Misioneras Franciscanas de Nuestra Señora de la Paz somos ante todo una comunidad de hermanas reunidas en nombre de Cristo. Nuestra consagración, dondequiera que nos encontramos, la manifestamos con nuestra vida, la alegría, fraternidad, sencillez y entrega, siendo testimonio creíble en el mundo de hoy a ejemplo de María la primera consagrada.
La consagración que Dios hace en nosotras por la cual entregamos nuestra vida, llevando a plenitud nuestro bautismo, tiene su razón de ser en el seguimiento de Cristo, por medio de los consejos evangélicos de Castidad, Pobreza y Obediencia.
Formamos parte de la gran familia franciscana, la Tercera Orden Regular (TOR), que surge del Movimiento de la Penitencia que toma para sí, San Francisco de Asís y sus seguidores.
Las siglas con las que nos identificamos son MFP
Nuestro Carisma
Hacer presente la salvación,
siendo instrumentos de paz,
con alegría y sencillez franciscana,
en unidad y misericordia,
ante todo sufrimiento humano
NUESTROS VALORES
ESENCIALES QUE INDICAN NUESTRO SER
NUESTRA MISIÓN
Como mujeres consagradas nuestra misión es ser y hacernos pan partido para la vida del mundo. Imitando a Cristo a manera de Francisco, ensalzando al Señor con nuestras obras, deseando y creando un mundo más justo y en la paz del Señor, con el testimonio de nuestra vida y el anuncio de la Palabra.
Nuestro Lema
MI DIOS Y MI TODO
A ejemplo de nuestro Padre San Francisco, hacemos nuestro este lema, el cual expresa nuestra donación a Dios en servir a hombres y mujeres. Y como María, que no conoció otra riqueza que la de su Dios.
Como Hijas de Dios por la fe y el Bautismo y consagradas por Él, y en espíritu de acción de gracias, la oración es el principal y primer acto de amor a Dios, quien guía nuestra vida consagrada, ilumina, renueva, fortalece y fecundiza nuestra vida personal, comunitaria-fraterna y apostólica.
A ejemplo de nuestro Padre San Francisco, alabamos a Dios en el universo entero y manifestamos el amor salvífico de Dios a todos los hombres y mujeres.
